En tu telaraña mental tejes las
distintas estrategias para la siguiente víctima.
Cauteloso y observador,
estudias cada uno de sus movimientos, especialmente aquellos que distinguen su
fragilidad.
Ojos alienados y simultáneamente,
tu mirada tenue y sensitiva, intenciones que callas y lastiman.
Aprisionas sus labios, haciéndolos
tuyos, de rojo vivo intenso, durabilidad eterna, sabor a fresa madura.
Perfume incesante a frutas
rancias sobre la mesada. Moscas en un pedazo de manzana fermentada y gusanos
que caen a través de la materia podrida y empiezan a mudar.
Una melodía inacabable y persistente
te acosa desprendiendo destellantes recuerdos, aquella mujer, distante. Un
pasado que se hace presente quitándote la respiración. En todas ellas ves su
rostro y te ahogas en un sin fin de finales inciertos.
Dulce perfume frutal que
apacigua tu alma.
Macarena Traversa
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