domingo, 26 de mayo de 2013

Inspirado en el poema, “Acaso la hiedra” de B. Vallejos.

Mientras se extendía, aún somnolienta, humedecía  sus hojas perennes de color verde oscuro con las primeras gotas de rocío y se adornaba con flores de color amarillo verdoso.
Entretanto esperaba a la sombra, que amorosamente la retenía, sostenía al muro.
El paredón,  erosionado, parecía indiferente a esta relación, se veía imposibilitado de expresar su pasión por aquella hiedra, quizá por su firmeza y frialdad.
Lo asaltaban los celos, cuando brotaban  los primeros rayos del día y la sombra impetuosa avanzaba sobre la hiedra, desvergonzada, haciéndola suya, ruin amante que atrevidamente le quitaba, lo que por derecho  parecía suyo.
-¡Canalla!- Pensaba el muro.
Transcurrían los días. 
Cuando las nubes cubrían el sol, la pena se adueñaba de la hiedra, la espera se hacía interminable.
Cansado de querer corresponder un amor que sabía nunca le pertenecería, con el agobio de los años entremezclados con su corpórea resistencia, se dejó extinguir, terminando así con la asfixiante agonía.
Cayó el muro y con él la hiedra, que sostenía su contar.


Macarena Traversa

lunes, 20 de mayo de 2013


Corren los años 60.
 Fuertes músicos de jazz como el trompetista Miles Davis y el saxofonista John Coltrane invaden con sentimiento los escenarios experimentando  las más variadas influencias musicales.
Y a mediados de esta década, cuando un grupo de músicos se reúnen para actuar en los festivales de Jazz de Buenos Aires al mejor estilo de “New Orleans”, surge la legendaria, carismática y ya mítica orquesta, “La Porteña Jazz Band”.
En un escenario ubicado en el microcentro de la ciudad, bajo los sofocantes y potentes reflectores suena en la atmósfera, “Feeling”, interpretado por la orquesta.
El humo como niebla abusadora se entremezclaba entre la muchedumbre.
 La mujeres  con vestidos de talle alto que destacaban las piernas  cubiertas por medias de colores y otras laminadas de encaje o caladas. Distintos atuendos con importantes recortes, algunas sobresalían por los brillos.
Sus ojos delineados bien resaltados, invitaban al deseo; sus extremidades cubiertas  con alhajas de estilo renacentista y peinados batidos eran parte del cuadro.
Los hombres algunos con trajes de prototipo italiano, otros con pantalones más estrechos, solapas empequeñecidas y cobartas.
Todo el gentío no pudo dejar pasar desapercibido aquella distinguida presencia, primordialmente las mujeres, cuyas miradas seductoras lo acompañaban al pasar.
Encendió un cigarrillo y la colilla pareció unirse a su labios. Su mirada cautivadora las enceguecía, su postura noble, su caballerosidad.
Siguió avanzando hasta conseguir un trago, la música seguía resonando, se apoyó sobre la barra, todas las miradas lo perseguían y él lo sabía, esto lo enaltecía aún más.
Meditativo y un poco exhausto dejó escapar un suspiro, anhelando poder encontrarla, ella ya había nacido, pero era demasiado pequeña, el destino aún se tomaría dieciséis años  para fusionar aquellas almas en un enlace perpetuo.  

Macarena Traversa

domingo, 5 de mayo de 2013


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El silencio de la percepción de tu realidad, fue más que suficiente.
Huí de un destino para salvaguardarme de la insanía de tu alma.
Eterno sol que me envuelves en tus  brazos dorados.
Rencores sepultados bajo la tierra aún húmeda.
Metamorfósis retrasada por elecciones no acertadas en la infinidad de posibilidades.
Confuso es el momento en que deje de verte, de silenciar aquellas voces que al unísono pretendían engañarte, clavando en tu pequeño ser vulnerable y frágil , puñales de metálica crítica.
Frente aquel espejo, veo la realidad de los mundos encontrados y de verdades encadenadas por el temor.
Despierta, he regrasado.

Macarena Traversa