Hoy
es mi cumpleaños número setenta. Me siento solo. No es ese tipo de soledad que
se experimenta en este día en particular.
Ya
hace tiempo que estoy así.
Durante
muchos años viví rodeado de mujeres, aquellas esculturas del suspiro divino,
porque todas en su esencia son así.
Es
innato, pero según su contexto social se forjan, resultando, en algunos casos,
personas astutas y mentirosas. Pero detrás de esta perversidad existe un gran
dolor, porque las circunstancias de la vida por reacción o elección, las llevaron
a actuar así.
Trabajé
en un penal de mujeres y fui el obstetra del primer parto en la cárcel.
-¡
Ey Doc! ¡Usted si que es una carta salidora!-
No
entendí en aquél momento el significado
de sus palabras, pero supe que en mí podía confiar, y ganarse ese título en la
cárcel, no es tarea fácil…
-Viejo…
Me voy a vivir a Australia.- Lejanas
navegan estas palabras en la infinidad de los recuerdos.
Mi
hija en Neuquén, mi hijo del otro lado del océano.
Soledad
que anhela, por un instante, contemplar, tan sólo una vez más… la suavidad de
tu mirada.
Macarena
Traversa
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