domingo, 2 de junio de 2013

El hijo de.

Con su mirada añeja perdida en el azul del cielo, plasmaba su universo de palabras en la modesta libreta que llevaba siempre consigo. Sintió unos pasos. Cerró sus ojos. Recordó a su padre.

Aquél anciano era hijo de Karamchand, ministro y consejero del raja que poseía una fortuna que le permitía disfrutar de una buena posición entre las familias más notables del principado de Por-bandar, su patria.
El hijo de Karamchand, era el menor de tres hermanos, desde pequeño mostró notables actitudes para todas las tareas que exigiesen paciencia, prudencia y contradicción, estas cualidades debían ser sus armas más importantes, junto con su excepcional bondad natural.
Nació un 2 de Octubre de 1869 y a la edad de trece años Karamchand, su padre, y Putilabai, su madre, arreglaron su matrimonio con una niña de su misma edad.
Estudió leyes y predicó la política de no cooperación  y de resistencia pacífica;  promulgaba el desarrollo de la artesanía, sobretodo la textil, para solucionar la extrema pobreza producida por la explotación de las industrias británicas.
El hijo de Karamchand rehusaba las posesiones materiales, distinta a la realidad que le mostraba su padre y llevaba una vida ascética de ayuno y meditación.

El hijo de Karamchand  tenía 78 años. Aquél día, un 30 de Enero de 1948, vestía un mantón descolorido y un taparrabo. Junto a él, había  frutas y leche de cabra.
Aquellos pasos se detuvieron, giró en dirección a ellos,  sabiendo de que se trataba, enfrentó su destino. 
Sus ojos se encontraron con los de Naturam Godse, un fanático integrista indio, quién no titubeó en acabar con su vida en aquél instante.
El anciano se desplomó, desparramando su libreta y su vaso de leche sobre la superficie.
El gran sabio yace sin vida. El Mahatma. El Alma Grande.


Macarena Traversa

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