El hijo de.
Con su mirada añeja perdida en el azul del cielo,
plasmaba su universo de palabras en la modesta libreta que llevaba siempre
consigo. Sintió unos pasos. Cerró sus ojos. Recordó a su padre.
Aquél anciano era hijo de Karamchand, ministro y
consejero del raja que poseía una fortuna que le permitía disfrutar de una
buena posición
entre las familias más notables del principado de Por-bandar, su patria.
El
hijo de Karamchand, era el menor de tres hermanos, desde pequeño mostró
notables actitudes para todas las tareas que exigiesen paciencia, prudencia y
contradicción, estas cualidades debían ser sus armas más importantes, junto con
su excepcional bondad natural.
Nació
un 2 de Octubre de 1869 y a la edad de trece años Karamchand, su padre, y
Putilabai, su madre, arreglaron su matrimonio con una niña de su misma edad.
Estudió
leyes y predicó la política de no cooperación
y de resistencia pacífica; promulgaba el desarrollo de la artesanía,
sobretodo la textil, para solucionar la extrema pobreza producida por la
explotación de las industrias británicas.
El
hijo de Karamchand rehusaba las posesiones materiales, distinta a la realidad
que le mostraba su padre y llevaba una vida ascética de ayuno y meditación.
El
hijo de Karamchand tenía 78 años. Aquél
día, un 30 de Enero de 1948, vestía un mantón descolorido y un taparrabo. Junto
a él, había frutas y leche de cabra.
Aquellos
pasos se detuvieron, giró en dirección a ellos, sabiendo de que se trataba, enfrentó su
destino.
Sus ojos se encontraron con los de Naturam Godse, un fanático
integrista indio, quién no titubeó en acabar con su vida en aquél instante.
El
anciano se desplomó, desparramando su libreta y su vaso de leche sobre la
superficie.
El
gran sabio yace sin vida. El Mahatma. El Alma Grande.
Macarena
Traversa
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